Recibido: 21/02/2017

Aceptado: 16/03/2017

DOI: 10.24965/gapp.v0i17.10407

Xosé Carlos ARIAS y Antón COSTAS. La nueva piel del capitalismo. Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2016

Xosé Carlos ARIAS y Antón COSTAS. La nueva piel del capitalismo. Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2016

Miguel Anxo Bastos

Universidad de Santiago de Compostela

miguelanxo.bastos@usc.es

 

 

En el prólogo a este libro Josep Ramoneda reivindica el status de la economía como ciencia moral, en cuyo ámbito nació y del cual después se alejó atraída por el hechizo de las ciencias naturales a las cuales pretende futilmente imitar. Los autores de este libro, a mi entender con acierto, no han hecho oídos sordos a esta reivindicación y han elaborado un magnífico tratado económico sin olvidar los principios éticos que deben regir cualquier tratado de política económica. Este libro nos habla de economía, nos habla de ideas y como no puede ser menos se funda en principios éticos. La economía que olvida estos elementos se convierte en un banal ejercicio de matemática aplicada que muchas veces no nos aporta más que elegantes formalizaciones de aspectos de la vida económica que ya han sido estudiados y discutidos hace ya mucho tiempo, y que por lo tanto no aportan ni pueden aportar nada de interés. Este libro no sólo nos describe aspectos muy relevantes para la comprensión del mundo contemporáneo sino que nos enseña y nos obliga a pensar. Además los autores escriben en un lenguaje claro y por ello riguroso, pleno de referencias literarias y filosóficas, recuperando la vieja tradición de los economistas ilustrados que han conformado el mundo contemporáneo.

Lo primero que nos enseñan, y en esto estoy de acuerdo, muy de acuerdo, con ellos es no sólo que las ideas importan sino que son las que condicionan nuestra forma de entender el mundo. Las ideas determinan y condicionan tanto lo que se entiende, a nivel individual, por nuestros intereses como la forma en que estos pueden ser conseguidos. A nivel agregado ocurre algo muy similar, las ideas informan tanto cual debe ser el objetivo a alcanzar por una sociedad de una sociedad (socialismo, nacionalismo, ecologismo, crecimiento económico, etc.) como la forma en que estos objetivos deben ser alcanzados (subida o bajada de impuestos, nacionalizaciones o privatizaciones, regulaciones o desregulaciones...). Por tanto un cambio de ideas implicará también en buena medida un cambio en los intereses y en la forma de en que estos serán perseguidos. Si no partimos de una comprensión ideológica correcta del funcionamiento del mundo político o económico muy difícilmente conseguiremos alcanzar los fines pretendidos. Hasta el más bienintencionado y capaz de los actores políticos si está armado con unas herramientas de comprensión del mundo erradas no conseguirá más que distorsionar la vida social y económica sin conseguir nada de lo buscado. A la inversa, incluso el peor de los gobernantes usando las ideas y herramientas adecuadas conseguirá sus fines, si estos pueden ser alcanzados por medios políticos, claro está. De ahí que sean fundamentales libros como este que nos ocupa por poner de nuevo en valor los viejos debates sobre política económica, recuperando la centralidad sobre conceptos como igualdad, justicia, desempleo, crisis y debatiéndolos como hacían los viejos bizantinos, esto es colocando el tema de disputa sobre la mesa, luego defender una postura para finalizar refutando las críticas. Discutir punto por punto en profundidad, analizando todos los puntos de vista, esto es lo que deberían hacer las ciencias sociales pero que por desgracia cada vez hacen menos.

Este libro es un buen ejemplo de esta actitud, es un libro muy serio y bien argumentado y por lo tanto merece ser tomado muy en serio. La mejor forma que conozco de tomar en serio es discutir lo que en él se dice, precisamente porque se reconoce un trabajo duro e inteligente y por que lo que dice no merece caer en saco roto. Y también porque de ser cierto lo que en él se dice obligaría a un cambio de paradigma en la formulación de políticas económicas que no necesariamente tiene porque conducir a mejores resultados que los derivados del actual sino que podrían agravar profundamente las ya maltrechas economías occidentales de después de la gran recesión de 2008.

Quisiera por tanto discutir algunas de las ideas que en el libro se expresan. En primer lugar su visión de la austeridad. Esta curiosamente parece haber perdido buena parte de su anterior prestigio. Una persona austera o un gobierno austero eran antes sinónimos de virtud en el manejo de los asuntos financieros, sin embargo a día de hoy se vende como una de las causas de los males económicos que nos aquejan llegándose a acuñar neologismos como austericidio para criticarla. Los autores no son muy claros al respecto, pues por una parte entienden que esta es de algún modo una consecuencia necesaria de la crisis fiscal que ha aquejado a los gobiernos occidentales durante la crisis, pero por otra parte propugnan políticas económicas de estímulo para poder soslayarla (y los gobernantes como no parecen haberles hecho caso como prueban las políticas expansivas de los bancos centrales). Lo que no entiendo es cómo la parsimonia en el gasto público puede ser causante de buena parte de los males de la crisis económica, cuando precisamente esta viene derivada de n excesivo gasto, público y privado, en los años de bonanza. Si la crisis viene dada por una falta de austeridad en aquellos locos años la lógica nos indica que perseverar en las mismas políticas no puede sino agravar los daños y de ningún modo contribuir a la recuperación. La prueba es que los gobiernos como el irlandés o los países bálticos que no han sucumbido a los cantos de sirena de los estímulos, que han recortado sustancialmente el gasto y eliminando regulaciones han sido los primeros en salir de la crisis y en casos como el irlandés con extraordinaria fuerza.

El segundo aspecto que echo de menos en el libro es el de una teoría elaborada de los ciclos económicos. Deduzco del texto que los autores consideran a las crisis como algo recurrente al modelo de producción capitalista, sin explicar las razones de que esto sea así. La escuela austríaca ha intentado explicar de forma teórica la sucesión de cicclos combinando la teoría del interés natural de Wicksell con la teoría de la estructura del capital de Bóhm-Bawerk. Muy esuqemáticamente podríamos decir que la manipulación estatal de los tipos de interés llevaría a estos por debajo de su nivel natural, esto ocasiona malos cálculos entre los actores económicos de tal forma que se consume capital (acortando su estructura) y por tanto se deviene en una economía menos productiva que antes de la expansión. Esta menor producción tendrá su correlato en que buena parte de los actores económicos serán algo más pobres que antes (unos más que otros), dado el descenso de producción en los sectores que se expandieron artificialmente durante la etapa de boom. Esto es el correlato de la crisis es un descenso necesario en el nivel de vida de la población. La solución a la crisis es dejar a los mercados funcionar y liquidar a los sectores que incurrieron en mañas inversiones.Lo normal sería una subida de tipos, dolorosa a corto plazo, que tendría las virtudes de liquidar los activos dañados e incentivar de nuevo la formación de capital. Pero esta purga natural de la economía es truncada por políticas económicas que fuerzan de nuevo a la baja a los tipos y que incidiendo de nuevo en los errores que causaron la crisis impiden este necesario ajuste. Al tiempo se intenta salvar con ayudas públicas a los sectores causantes de la crisis drenando capital a los sectores que se salvaron de la misma. Esto es se salva a los causantes de la crisis quitándole recursos a los sectores sanos de la economía, lo que retarda aún más la salida de la crisis. Por consiguiente crisis como la actual han durado casi un decenio mientras que antes (pienso en la crisis de 1920 tras la primera guerra mundial) se sustanciaban en unos meses. Entiendo por tanto que sería de mucha utilidad proceder a un estudio sistemático y teórico de las crisis para poder proceder luego a discutir las posibles medidas de política para salir de las mismas.

El libro aborda también dos temas que me gustaría discutir. Los autores dedican mucha atención a la desigualdad en el capitalismo. La igualdad es uno de esos conceptos que provienen de las ciencias naturales y se adoptan a mi entender acríticamente en el ámbito de las ciencias sociales. Ni el capitalismo ni el socialismo pueden pretender la igualdad pues esta es una quimera en el ámbito social, y mucho menos en el capitalismo. La desigualdad es un tema demasiado complejo como para ser tocado aquí, pero sólo quisiera comentar que a mi entender la desigualdad económica (si es que pudiera ser definida con precisión) es en buena medida resultado de desigualdades previas en el ámbito social y que encuentran su resultado en el proceso económico, sin que este sea necesariamente el culpable. Si una persona tiene la desgracia de partir en condiciones de desventaja (pobre educación, entornos sociales precarios, etc) eso se manifestará en resultados distintos en el devenir económico, pero sin que sea necesariamente culpa del sistema de mercado, pues este es un mero proceso de asiganción, no el culpable de sus males. Pero se pretende en ocasiones culpar a los mercados de eventos que son previos a él, y por tanto la manipulación de los mismos no conduce a mejoras sustanciales en los resultados. Habrá que incidir en las causas de la desigualdad y no en los procesos. En segundo lugar habría que discutir porque la desigualdad es un valor a ser buscado. Esta también deriva en ocasiones de valoraciones distintas de la vida, del riesgo y del trabajo y sería incluso injusto pretender alcanzarla. Yo puedo preferir in trabajo arriesgado y bien pagado a uno tranquilo pero peor pagado y viceversa, pretender reducir las diferencias en estos ámbitos puede tener incluso consecuencias no intencionadas no necesariamente positivas. Habría que discutir si es más ético buscar la equidad o buscar en cambio mejorar en términos absolutos el bienestar de los más desfavorecidos aunque la desigualdad en términos absolutos se incremente,algo que los sistemas de libre mercado han demostrado que son capaces de llevar a cabo.

Por último me gustaría destacar la cuestión que losa utores destacan del incremento de poder a favor del capitalismo financiero, precisamente porque puede ser correcta. En efecto puede ser perfectamente correcto lo que los autores afirman acerca de la alteración de equilibrios entre la economía financiera y el resto de los sectores, pero echo de menos también aquí una explicación sistemática de sus causas. ¿No será que el sector financiero ha contado y cuenta con el apoyo decido de los reguladores?.Estos no han dudado en regular a favor de los sectores financieros y no han dudado en hipotecar economías enteras para sacarlos de sus problemas. Han establecido líneas de crédito preferenciales y bancos malos que les compran sus activos a precios superiores a los de mercado. Pero la cuestión es que dado que los estados han apoyado el sector financiero sin titubear y han legislado a su favor, no sería mucho más sensato eliminar las regulaciones que los protegen (curso forzoso, garantía de depósitos, reserva fraccionaria...) si lo que queremos es limitar su poder. Buena parte de este es un poder derivado del propio estado que así encuentra una forma fácil de financiar sus deficits y sus políticas expansivas, o sea que igual sería pertinente discutir de donde proviene este incremento de poder y pensar que quizás para reducirlo bastaría con que los estados dejanse de respaldarlos, al menos en la misma forma en que lo están haciendo ahora. Parece cuando menos contradictorio alertar contra el excesivo poder de las finanzas en el mundo y reclamar a estados y organismos internacionales que procedan a limitarlo cuando son estos precisamente los culpables de que tengan tanta fuerza. Igual desregular de verdad y eliminar privilegios (no lo que habitualmente se entiende como desregular que no es más que legislar a favor de bancos e intermediarios financieros), podría ser la solución más eficaz. Pero, por desgracia, en el libro no se discuten las raices últimas de este incremento del poder financiero.

Explicado esto quiero reiterar la enorme calidad de este ensayo. Estemos a favor o en contra de lo que en él se afirma es un trabajo que a mi entender recupera la vieja tradición del ensayo en política económica que consistía en la discusión culta de argumentos bien trabados y plena de ejemplos literarios e históricos para reforzar los argumentos. Al leer los ensayos de Marx, Keynes o Schumpeter, por ejemplo, me agradaban sus metáforas, sus referencias históricas e incluso en ocasiones su fino humor. Esta tradición parecía haberse perdido y sido cambiada por tratados elementales de matemática aplicad a alas ciencias sociales. Por suerte la vieja tradición sigue viva y se puede seguir aprendiendo de ella.