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GAPP, número 30, noviembre de 2022

Sección: RECENSIONES

Recibido: 08-07-2022

Modificado: 18-07-2022

Aceptado: 19-07-2022

Publicado: 07-11-2022

DOI: https://doi.org/10.24965/gapp.11097

Páginas: 183-185

Referencia: Andrés Llamas, M. Á. (2022). Roman Krznaric: El buen antepasado. Cómo pensar a largo plazo en un mundo cortoplacista. Gestión y Análisis de Políticas Públicas, 30, 183-185. https://doi.org/10.24965/gapp.11097

Roman Krznaric: El buen antepasado. Cómo pensar a largo plazo en un mundo cortoplacista

Andrés Llamas, Miguel Ángel

Universidad de Salamanca (España)

ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8824-2917

mllamas@usal.es

NOTA BIOGRÁFICA

Investigador posdoctoral Margarita Salas en el Área de Derecho Administrativo de la Universidad de Salamanca.

RESUMEN

Recensión del libro de Roman Krznaric: El buen antepasado. Cómo pensar a largo plazo en un mundo cortoplacista, Capitán Swing, 2022, 304 pp.

PALABRAS CLAVE

Prospectiva; políticas públicas; justicia intergeneracional; crisis climática.

ABSTRACT

Review of the book from Roman Krznaric: El buen antepasado. Cómo pensar a largo plazo en un mundo cortoplacista, Capitán Swing, 2022, 304 pp.

KEYWORDS

Prospective; public policies; intergenerational justice; climate crisis.

«Predecir es muy difícil, especialmente sobre el futuro», reza una frase de difícil atribución. El buen antepasado es un ensayo sobre la necesidad de contemplar el futuro, pero, al mismo tiempo, algo más: una obra que linda con la literatura académica y que resulta especialmente idónea para repensar los diseños institucionales y el ciclo de las políticas públicas. Su autor, Roman Krznaric, es un filósofo de origen australiano que dejó la academia –es doctor en sociología política por la Universidad de Essex– para dedicarse por completo a la escritura, alcanzando un notable éxito en numerosos países con sus últimos libros sobre cuestiones de filosofía práctica. La mirada filosófica y el bagaje científico-social hacen de Krznaric un pensador estimulante y original que aporta una imprescindible visión de conjunto en tiempos de hiperespecialización académica.

En El buen antepasado, su obra más reciente y la primera en ser traducida al castellano, Krznaric aborda un problema que suele identificarse tanto en la literatura especializada como en la conversación cotidiana: las sociedades y sus instituciones carecen de una mentalidad largoplacista, tan deseable en un contexto marcado por la crisis climática.

El libro aborda las razones por las que nuestras sociedades deben pensar a largo plazo, plantea una serie de conceptos y estrategias que pueden cultivarse para lograrlo y explora algunos movimientos de intervención práctica. Para ello emplea una metodología entre ensayística y teorética, salvo en el desarrollo del índice de solidaridad intergeneracional, elaborado conforme a parámetros propios de las ciencias sociales. Pese a que implícitamente el ensayo se dirige a las sociedades e instituciones occidentales, el enfoque diacrónico y la relación de hallazgos procedentes de otras culturas contribuyen a reducir el inevitable sesgo etnocéntrico del planteamiento inicial.

La obra se divide en tres partes bien diferenciadas, amén de un prólogo y un apéndice metodológico. La primera parte, compuesta por dos capítulos, contiene el planteamiento general del problema del cortoplacismo en nuestras sociedades. La segunda, integrada por seis capítulos, es la más relevante, en tanto que desarrolla las estrategias para pensar a largo plazo. Y, en la última parte, compuesta por cuatro capítulos, reflexiona sobre los movimientos sociales y discursos culturales que ya están transitando el deseable camino del largoplacismo.

Sirviéndose del conocimiento generado en disciplinas como la neurociencia o la biología evolutiva, Roman Krznaric constata la existencia de dos capacidades cerebrales del ser humano que condicionan su comportamiento estratégico y que encapsula en sendos conceptos de gran potencia simbólica: el «cerebro nube de azúcar» y el «cerebro bellota». El primero es un mecanismo de supervivencia que motiva las acciones a corto plazo en función de los deseos de recompensas inmediatas. Por su parte, el «cerebro bellota», que es más reciente desde la perspectiva evolutiva, nos permite planificar a largo plazo como ninguna otra especie. Dado que esta capacidad también es innata, el autor aboga por implementar paradigmas conceptuales y mecanismos institucionales adecuados para potenciar la planificación y la acción largoplacistas.

La mentalidad largoplacista se encuentra amenazada por inhibidores culturales tales como la racionalidad industrial, la digitalización, el ciclo electoral de las democracias o la financiarización de la economía, frente a los que el autor propone una batería de estrategias o herramientas conceptuales. En concreto, plantea seis maneras de pensar a largo plazo: la humildad del tiempo profundo, la mentalidad de legado, la justicia intergeneracional, el pensamiento catedral, la previsión holística y el objetivo transcendental. Cada una de estas estrategias se expone con creatividad y profundidad analítica, incorporando antecedentes históricos, experiencias presentes, reflexión teórica y aportaciones científicas de interés. La principal debilidad expositiva de estas formas de pensar es que agrupan una inconclusa variedad de contenidos: coexisten actitudes y mecanismos institucionales, teoría y praxis, diagnósticos y soluciones.

Finalmente, el autor expone –y prescribe– una serie de fenómenos y movimientos culturales, sociales y políticos que ya se encuentran presentes en nuestras sociedades, a los que agudamente denomina «rebeldes del tiempo» por su capacidad para materializar las estrategias prospectivas y el pensamiento largoplacista. Entre esos movimientos se encuentran los que el autor denomina «democracia profunda» y «civilización ecológica», así como las aportaciones procedentes de los ámbitos culturales y creativos. Nuevamente, puede decirse que la sistemática del libro resulta mejorable, dado que en la exposición de las maneras de pensar a largo plazo ya figuraban algunas experiencias institucionales y sociales.

Una deficiencia de la obra que se manifiesta en casi todos sus capítulos es la dificultad de deslindar el cambio climático con otros desafíos de futuro de menor envergadura, que el autor apenas logra atisbar. Ahora bien, este problema subyace en todo planteamiento relacionado con la futurología o el análisis prospectivo, un campo de conocimiento no del todo consolidado, con el añadido de que la cuestión ecológica, dada su gravedad, más bien parece exigir un enfoque de emergencia.

El libro tampoco logra superar un obstáculo común a los estudios prospectivos, cual es el de la distinción entre los aspectos procedimentales y sustantivos de las estrategias y políticas a largo plazo. Son los aspectos sustantivos los que engarzan de manera directa con la introducción de consideraciones axiológicas o incluso de prescripciones de política pública. Prospectiva, ¿para qué?, cabría preguntarse. Frente a los discursos que reprochan el cortoplacismo de las democracias representativas, en los debates sobre prospectiva no puede obviarse que en el largo plazo también se dirimen intereses, preferencias o valores que condicionan los diagnósticos y los objetivos de las políticas públicas. Si bien el autor realiza alguna advertencia al respecto y de hecho cita la filosofía moral como uno de los planos de análisis, no se aprecia claridad conceptual en este punto.

Sí brilla el libro en el necesario campo de la interdisciplinariedad, en tanto que logra aunar aportaciones científicas generadas en numerosas ramas del conocimiento con un notable grado de cohesión argumental. De tal forma que el largoplacismo se transmite como una suerte de metodología o perspectiva de análisis que puede ser de interés a quienes cultivan muy diversas disciplinas de conocimiento y, también, a cualquier persona interesada en el devenir de nuestras sociedades y en el funcionamiento del poder.

De especial interés resulta la divulgación de trabajos académicos y mecanismos institucionales que se adscriben al paradigma de la justicia intergeneracional al objeto de integrar en nuestros sistemas políticos los intereses de las generaciones futuras.

Asimismo, el índice de solidaridad intergeneracional, desarrollado por McQuilkin (2018), es perfeccionado y actualizado en el libro de Roman Krznaric, que cuenta con un apéndice que enriquece el sustrato metodológico de la obra. Los resultados del índice evidencian que las democracias tienen un mejor desempeño en materia de políticas largoplacistas que las autocracias, frente a los crecientes y controvertidos discursos que predican lo contrario. La problematización de un índice cuantitativo en el marco de una reflexión teórico-práctica constituye una audaz salida al controvertido debate sobre los límites largoplacistas de la democracia.

La frontera entre un ensayo riguroso y un libro académico no siempre es nítida. Quizá el elemento diferencial del ensayo riguroso sea su finalidad divulgadora. Pero si esa finalidad se superpone a un tratamiento científico-social y original de un problema relevante, podemos considerar que el ensayo forma parte de la privilegiada literatura que coadyuva al progreso del conocimiento. La combinación de rigor académico, conocimiento interdisciplinar y capacidad comunicadora permite a este popular ensayista estimular la reflexión de muy diversos perfiles de lectores.

En definitiva, El buen antepasado es una obra versátil, seductora y difícilmente clasificable que arroja luz en un campo de conocimiento –el de la futurología– tan necesario como vago e impreciso. En sociedades cambiantes y convulsas que enfrentan una amenaza civilizatoria como la crisis climática y ambiental, el análisis prospectivo y la planificación de escenarios adquieren un renovado vigor y deberán impregnar los diseños institucionales, la formulación de políticas públicas, la reflexión teorética y el debate ciudadano sobre los apremiantes retos del futuro.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Krznaric, R. (2022). El buen antepasado. Cómo pensar a largo plazo en un mundo cortoplacista. Capitán Swing.

McQuilkin, J. (2018). Doing Justice to the Future: A global index of intergenerational solidarity derived from national statistics. Intergenerational Justice Review, 4(1), 4-21. https://doi.org/10.24357/igjr.12.1.639