Licenciada en Ciencia Política y Administración Pública por la Universidad Nacional de Cuyo y Magister en Políticas Públicas y Gerenciamiento del Desarrollo por Georgetown University, Candidata a Doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de San Martín. Investigadora del CIEPP y becaria doctoral del CONICET. Líneas de investigación: Análisis de políticas públicas de primera infancia y equidad de género. Principales publicaciones:
En sociedades desiguales, las diferencias de acceso y calidad de los servicios educativos y de cuidado que prestan los establecimientos de desarrollo infantil condicionan las oportunidades de los niños de familias de menores ingresos. Considerando que Argentina no es ajena a este fenómeno, en este artículo se analiza si el modo en que se organiza socialmente el cuidado de niños y niñas en la Ciudad de Buenos Aires opera como mecanismo de estratificación social. Para responder este interrogante se parte de una estrategia metodológica que combina estadística descriptiva –test de diferencia de medias y comparación simple de medias de ingresos per cápita familiares por comuna y tipo de establecimiento de desarrollo infantil al que asisten los niños– e inferencial, mediante la aplicación de un modelo de regresión logística (modelo logit) que permita establecer significancia estadística en la correlación entre la asistencia a establecimientos de desarrollo infantil y los ingresos familiares y ponderar la probabilidad de concurrencia a estos establecimientos según el nivel de ingreso familiar.
Este artículo pretende contribuir al debate sobre la estratificación y segmentación social presente en los servicios públicos, como los educativos y de desarrollo infantil, en la región.
In unequal societies, differences in access and quality of early child education and care services determine children´s opportunities. Considering that Argentina is not alien to this phenomenon, this article asks if the way in which child care is socially organized in the City of Buenos Aires operates as a mechanism of social stratification. To answer this question the article parts of a methodological strategy that combines descriptive statistics –means tests and simple comparison of means using per capita income per family and type of early child education and care services that children attend– and inferential statistic, through the application of a logistic regression model that allows to establish statistical significance in the correlation between attendance to early child education and care services and family income, and to ponderate the probability of attendance to these establishments according to the family income level.
Overall, this article aims to contribute to the discussion about social stratification and segmentation prevalent in public services, such as child education and care services, in the region.
1. INTRODUCCIÓN. 2. ORGANIZACIÓN SOCIAL DEL CUIDADO, SERVICIOS DE DESARROLLO INFANTIL Y ESTRATIFICACIÓN SOCIAL. 3. METODOLOGÍA. 4. RESULTADOS DE INVESTIGACIÓN. 4.1. LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DEL CUIDADO DE NIÑOS PEQUEÑOS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. OFERTA DE SERVICIOS DE DESARROLLO INFANTIL Y CUIDADO. 4.2. ANÁLISIS DE MEDIAS DE INGRESOS PER CÁPITA FAMILIARES DE LAS FAMILIAS CON NIÑOS QUE ASISTEN A ESTABLECIMIENTOS DE DESARROLLO INFANTIL. 4.3. MODELO
La primera infancia constituye un momento importante para el desarrollo cognitivo y social de los niños y las niñas, por lo que las oportunidades que se brinden en esta primera etapa constituida desde el nacimiento hasta los 5 años de edad resulta crucial tanto para su escolaridad futura como para sus oportunidades en la vida adulta. En sociedades desiguales estas actividades, tendientes al cuidado y la educación, esenciales para el desarrollo infantil –junto con otros factores–, condicionan las oportunidades de los niños de familias de menores ingresos, cuestión que repercute sobre la estratificación social y la reproducción intergeneracional de la pobreza.
Estudios de psicología experimental y de neurociencia sostienen que las bases cognitivas decisivas quedan fijadas en el curso de la primera infancia (Barnett, 2013; UNICEF, 2014), por lo que el aprendizaje que ha tenido lugar en la etapa preescolar es fundamental para la motivación y las capacidades de aprendizaje del niño al momento de ingresar a la escuela.
Esto demuestra que los orígenes sociales marcan profundamente las oportunidades y es en este punto donde se hace evidente la necesidad de preocuparnos por políticas públicas que se enfoquen en la niñez desde la primera infancia, y no solo a partir de la etapa escolar.
Numerosos estudios han demostrado los efectos positivos a corto, mediano y largo plazo de los servicios educativos pre-escolares en niños y niñas de bajos recursos
Para que estos servicios públicos puedan derivar en resultados positivos para los niños y niñas
Con todo, hay una correlación directa entre los ingresos de los padres, la asistencia escolar de sus hijos y los ingresos de estos en el futuro, lo que coadyuva a la reproducción intergeneracional de la pobreza. En otras palabras, sin una inversión social en primera infancia «la herencia social sale reforzada» (Esping-Andersen y Palier, 2011: 63). Podemos sostener entonces que las políticas de desarrollo infantil y cuidado en la primera infancia tienen un efecto relevante en las oportunidades de vida a futuro y la reproducción de la desigualdad y la estratificación social.
Esta situación no es ajena en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (en adelante CABA), donde la baja cantidad de cupos en los establecimientos de desarrollo infantil del sistema educativo público hace que, por un lado los niños de familias de ingresos medios y altos concurran a establecimientos de gestión privada; y por otro lado que los niños de menores ingresos vean retrasada la participación en estos establecimientos hasta la edad de escolaridad obligatoria, o en el caso de acceder lo hagan en establecimientos que brindan servicios de tipo asistencial orientados principalmente a niños en situación de vulnerabilidad social donde los contenidos educativos y pedagógicos ocupan un lugar marginal. A esta situación se le suma que en la CABA se presentan diferencias en el nivel de asistencia a espacios de cuidado por edad, por tipo de servicio (educativo-asistencial) y por tipo de gestión (pública-privada) de acuerdo a la comuna de residencia. Demostrando esto que la estratificación social, también se observa por localidad geográfica.
En este trabajo se busca, por un lado, responder si el modo en que se organiza socialmente el cuidado de niños y niñas en la CABA opera como mecanismo de estratificación social y por otro lado, generar evidencia que permita abonar los debates académicos sobre la estratificación social y segmentación de servicios públicos en la región. A tal fin, en el siguiente apartado se presenta el debate sobre el problema de la organización social del cuidado, los servicios de desarrollo infantil y la estratificación social, luego se realiza un diagnóstico de la actual forma de organización social del cuidado de niños pequeños en la CABA en base a información referida a la oferta de servicios a los que estos acceden, y por último se busca responder a la pregunta de investigación a través del tratamiento de análisis estadísticos descriptivo e inferencial.
El ‘cuidado’ puede ser entendido como «una actividad vital para el bienestar de la población y como parte esencial de una organización social y política en la que intervienen, además de sujetos individuales, instituciones públicas y privadas» (Faur 2014,14). Es decir, el cuidado involucra todas las actividades que las personas realizamos para satisfacer nuestras necesidades básicas. A pesar de esto, la caracterización de estas actividades como actividades de cuidado, y de éste último como problemática social, es un fenómeno relativamente nuevo y viene aparejado a la entrada de las mujeres al mundo del trabajo remunerado fuera del hogar. A su vez, en el marco de sociedades desiguales, las tareas de cuidado por lo general son realizadas por las mujeres por lo que la forma en que se organiza la provisión del cuidado en una sociedad tiene importantes repercusiones en términos de la igualdad de género (Esquivel,
El problema del cuidado de personas y el modo en que éste se organiza en las sociedades ha sido estudiado principalmente por la economía feminista (England, Budig y Folbre, 2002), prestando atención al valor económico del trabajo reproductivo no remunerado que se realiza en los hogares así como a los costos que implica su invisibilización, considerando para ello el impacto del cuidado en la participación laboral femenina y el uso del tiempo que dedican varones y mujeres a las actividades productivas y reproductivas (Esquivel, 2009, 2012; Rodríguez Enríquez, 2015).
Los orígenes del término ‘cuidado’ se remontan a la conceptualización de la condición femenina, para derivar más recientemente hacia el análisis del Estado de Bienestar y de la institucionalidad que gobierna la organización sectorial del cuidado y del tipo de políticas subyacentes (Daly y Lewis, 2000 en Sojo, 2011: 22). Budlender (2008), plantea que el trabajo de cuidado no remunerado es un área de estudio que ha sido invisibilizada por los economistas y otros especialistas en desarrollo. No obstante, éste es realizado por diferentes actores sociales (en su mayoría mujeres) que realizan diferentes tareas tanto remuneradas como no remuneradas, que tienen significativas implicancias tanto en el bienestar de las personas como en el crecimiento económico, ya que las tareas de cuidado son las que permiten la reproducción de la fuerza de trabajo (Batthyány, 2015; Staab y Gerhard, 2011).
Los análisis del cuidado desde el estudio de los Estados y Regímenes de bienestar, hacen hincapié en los diferentes pilares de bienestar que participan en lo que las académicas feministas llaman la Organización Social del Cuidado (en adelante OSC). La OSC refiere a la distribución de las responsabilidades y tareas de cuidado y de los tiempos dedicados a las mismas, entre los hogares, el Estado, los mercados y las organizaciones comunitarias por un lado, y entre varones y mujeres, por el otro (Rodriguez Enríquez y Pautassi, 2014). Estos estudios demuestran que con contadas excepciones, los riesgos asociados al cuidado siguen concentrados en las familias y la preocupación explícita de los gobiernos es incipiente y heterogénea (Sojo, 2011). A su vez, las políticas de infancia que afectan al cuidado de niños y niñas se han situado progresivamente dentro de un marco de derechos, pero discurren por los cauces tradicionales, carentes de un marco de referencia común en la temática del cuidado (2011: 6).
Siguiendo lo anterior, se considera que el Estado ha jugado tradicionalmente un rol menor en lo que respecta a las tareas de cuidado de niños pequeños en comparación con otras áreas del bienestar social. Debido a ello, para entender el modo en el que se organiza socialmente el cuidado debemos ir más allá del «triángulo de bienestar» integrado por el Estado, el Mercado y las Familias (Esping-Andersen, 2008) y agregar a este un componente asociado a los arreglos informales/comunitarios y al trabajo no remunerado y pensar al cuidado en términos de un «diamante de bienestar» (Razavi, 2007, 2011)
La literatura consultada considera que la forma en que se organiza socialmente el cuidado de niños pequeños en la Argentina es inequitativa debido a que las responsabilidades de cuidado se encuentran desigualmente distribuidas en tres niveles distintos. En primer lugar, a nivel macro, hay una desigual distribución de las responsabilidades de cuidado entre los cuatro componentes del diamante de cuidado, por lo que el mismo se encuentra muy segmentado. En segundo lugar, a nivel de las familias, la desigualdad en la distribución de responsabilidades se verifica también entre varones y mujeres (Rodriguez Enríquez y Pautassi, 2014; Pautassi y Zibecchi, 2010). En tercer lugar, a nivel individual las desigualdades se profundizan en relación al tipo de servicio al que acceden los niños y niñas dependiendo tanto del nivel de ingresos familiares como del lugar de residencia.
Las particularidades del ordenamiento entre el Estado, el mercado, las familias y la comunidad, genera niveles distintos de desmercantilización y desfamiliarización, que a su vez afectan las relaciones sociales. La desmercantilización se produce cuando el Estado presta un servicio entendiéndolo como un asunto de derecho, y por ello el acceso al mismo es independiente de la participación de las personas en el mercado (Esping-Andersen, 1993: 42-43). Por su lado, la desfamiliarización se asocia a la medida en la que el acceso al bienestar social se desvincula de los arreglos y responsabilidades familiares. En otras palabras, la desfamiliarización reduce la dependencia individual de la familia y maximiza el control sobre los recursos económicos de las personas «independientemente de las reciprocidades familiares o conyugales» (Sunkel, 2006: 3).
Por ello entendemos que las políticas sociales, en particular las de desarrollo infantil y cuidado operan como sistemas de estratificación social (Esping-Andersen, 1993: 33). Esto se debe a que el modo en el que se combinan distintos mecanismos de acceso a distintos tipos de beneficios, estableciendo beneficiarios (
En este sentido, se entiende por estratificación social a la división vertical y jerárquica de los distintos estratos sociales (Pakulski, 2006: 586). Debido a ello el análisis de la estratificación social implica mucho más que el estudio del estatus ocupacional, implica también el análisis de las relaciones de género, de raza, el acceso a la educación y el modo de organización del trabajo no remunerado, entre otras. En este sentido, la estratificación social es un fenómeno multidimensional abordado por varios enfoques teóricos y tradiciones metodológicas (Ritzer y Michael 2011: 619-624). Aquí nos ocuparemos sólo de la relación entre la estratificación social y la OSC.
Siguiendo esta línea argumental, el análisis sobre las políticas de desarrollo infantil y cuidado debe atender al modo en que estas afectan los patrones de la organización social del cuidado, ya que la OSC responde al modo en que el Estado regula las relaciones sociales a través de los procesos de (des)mercantilización y (des)familiarización, y éstos a su vez nos permiten observar en qué medida se reproducen mecanismos de estratificación social. En otras palabras, en la medida en que las políticas de cuidado y desarrollo infantil logran, a la vez, desmercantilizar y desfamiliarizar el cuidado de niños y niñas –reduciendo así la segmentación de los servicios– estas tienen un efecto directo sobre la estratificación social.
Luego de la definición de las categorías analíticas, en este trabajo se busca responder a la pregunta de investigación a partir de una estrategia metodológica cuantitativa que combina información estadística de tipo descriptiva y análisis inferencial. La primera parte de la estrategia de tipo descriptiva se centra en la reconstrucción del panorama actual de la organización social del cuidado y de servicios de desarrollo infantil en la CABA en base al análisis de información estadística proveniente del Censo Nacional de Vivienda y Población de 2010 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), de la Encuesta Anual de Hogares 2013 del Gobierno de la CABA (GCBA), de los anuarios educativos del Ministerio de Educación de la Ciudad y del Ministerio de Educación de la Nación, y de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Niñez y Adolescencia (ECOVNA) realizada por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y UNICEF en 2012.
La segunda parte de la estrategia metodológica combina estadística descriptiva e inferencial a fin de poner a prueba la hipótesis de que los niños de familias de menores ingresos asisten menos a establecimientos de desarrollo infantil que los niños de familias de mayores ingresos. Para ello se recurre en un primer momento a un análisis de ‘comparación de medias’ y un análisis de ‘test de diferencia de medias’ de ingresos per cápita familiares (IPCF) de las familias con niños que asisten a establecimientos de desarrollo infantil, por comuna y por diferencias entre servicios públicos y privados, para observar la relación entre los ingresos familiares y el tipo de servicio al que los niños asisten. En un segundo momento se realiza un ‘modelo
Para analizar las necesidades de cuidado y las estrategias de las familias para resolverlo, debemos tomar en consideración el estrato socio-económico de éstas. La situación socioeconómica de los hogares afecta las estrategias familiares de cuidado debido a que las familias –y dentro de estas las mujeres– realizan elecciones sobre cómo resolver las tareas de cuidado condicionadas por un contexto de bases materiales y normativas diversas (Faur, 2014: 57).
Esto se agrava cuando observamos que la capacidad de desfamiliarizar el cuidado está asociada a la posibilidad de trasladar las responsabilidades de cuidado desde las familias hacia otras instituciones sociales (Esquivel,
Frente a esto, es importante destacar que en la CABA encontramos variaciones en relación a la situación económica de los hogares, la composición de los mismos y la comuna de residencia (ver gráficos 1 y 2)
El gráfico 2, muestra que las diferencias económicas de las comunas se mantienen, y se profundizan cuando se observan a nivel de ingresos per cápita familiar. Las comunas «ricas», donde la media de ingreso per cápita familiar es más elevada, son la 2, 13 y 14. A estas le siguen las comunas 3, 5, 6, 11,12 y 15 de ingresos medios, y las comunas más pobres en términos de ingresos per cápita familiar de la Ciudad son las comunas 1, 4, 7, 8 y 9, que son las que se encuentran en la zona sur.
Los establecimientos de desarrollo infantil son todas las instituciones de cuidado y educación infantil vinculadas al sistema educativo formal (de gestión estatal y privada), y las instituciones no formales o vinculadas a las áreas sociales de los gobiernos provinciales, municipales, o de carácter comunitario, sostenidas por organizaciones de la sociedad civil, grupos comunitarios, gremios, sindicatos, etc. (Ministerio de Desarrollo Social y UNICEF 2012a).
La principal distinción entre estos establecimientos se vincula al hecho de que sus objetivos sean educativos o asistenciales. Los primeros pertenecen a la órbita del sistema educativo y por ello brindan servicios educativos y pedagógicos con objetivos curriculares obligatorios diseñados por el Ministerio de Educación, y llevados adelante por educadoras profesionales (según lo establecido por el art. 25 de la Ley 26206). Los establecimientos asistenciales, por su parte, se focalizan sobre todo en familias en situación de vulnerabilidad social y se orientan al fortalecimiento familiar, apoyo nutricional, contención social, con sólo algunos contenidos educativos, ya que el personal que trabaja con los niños no está obligado a tener formación docente, ni a seguir un plan curricular específico.
A su vez, en el caso de los establecimientos asistenciales existen diferencias entre estos dependiendo de si los mismos son de gestión local o nacional, y entre servicios estatales (ya sean de gestión nacional o local) y servicios comunitarios. En el caso de los servicios educativos, estos varían dependiendo si son de gestión privada o pública pero todos están obligados a brindar los mismos contenidos mínimos impartidos por docentes matriculados.
Los servicios que se brindan en los establecimientos de desarrollo infantil de carácter asistencial se encuentran regidos por la Ley 26.233 de Promoción y Regulación de los Centros de Desarrollo Infantil Comunitarios, promulgada en el año 2007 y la Ley 27.064 de regulación y supervisión de instituciones de educación no incluidas en la enseñanza oficial, y sus decretos reglamentarios, donde se establecen estándares de calidad para el desarrollo de los establecimientos.
Por su parte, los establecimientos que se encuentran dentro de la órbita del sistema educativo formal se encuentran regidos por la Ley de Educación Nacional 26.206 (y su modificatoria de los artículos relacionados a Educación Inicial por la Ley 27.045 de 2015). Asimismo, esta ley plantea la importancia de la vinculación entre los establecimientos de tipo asistenciales y el Ministerio de Educación a fin de garantizar que se impartan contenidos educativos mínimos en este tipo de establecimientos. Cuestión que genera una tensión cuando los servicios asistenciales son utilizados como espacios de contingencia frente a la falta de bacantes en los establecimientos de enseñanza oficial. Esto implica que si bien los establecimientos de desarrollo infantil asistenciales tienen objetivos diferentes a los educativos, y se encuentran regidos por diferentes normativas, desde el Gobierno Nacional y de la Ciudad se entiende que los establecimientos de corte asistencial también son parte del plan de educación inicial que tiene por fin garantizar el derecho a la educación a todas las personas. No obstante, las diferencias en los servicios que prestan unos y otros varían notablemente.
En la última década se ha incrementado notablemente la matrícula de nivel inicial en la Ciudad, siendo el incremento en jardín maternal muy notorio en el cambio de siglo (Marzonetto, 2016). Probablemente esto esté relacionado parcialmente a que en los años de la crisis económica el deterioro de los salarios obligó a muchas mujeres a incorporarse al mercado de empleo, y con ello las necesidades de cuidado de los niños por fuera del hogar se vieron en aumento, y al crecimiento poblacional del país. Pero, si bien el incremento de la matrícula de nivel inicial a lo largo de los años a simple vista parece implicar una mejora en el acceso a los servicios educativos en la primera infancia, la evidencia nos demuestra que el incremento de la matrícula viene acompañado por un crecimiento notable de la participación de establecimientos de gestión privada, mientras la matrícula en establecimientos de gestión estatal se han mantenido prácticamente estática en la última década (ver gráfico 3).
Como muestra la tabla 1, la cobertura resulta prácticamente universal en el nivel primario para el total del país y para la CABA, con niveles superiores al 99%. La cobertura es también elevada para la edad obligatoria dentro del nivel inicial (5 años), con una cobertura promedio del 91,4%, y en la CABA presenta un 96,7% que supera la media nacional. A partir de allí, la cobertura de las distintas salas del nivel inicial varía sustantivamente. Para los 4 años son relativamente altas en el total del país (69,8%), lo que podría estar explicado por la inclusión en la Ley 26.206 de la obligatoriedad del Estado de garantizar el acceso a la educación para los niños y niñas de esta edad hasta lograr su universalización. Aún con este nivel promedio para el total del país, se puede observar que la cobertura es mucho más alta en la Ciudad de Buenos (con cobertura superior al 90%)
Edad Población Matrícula escolar total (público y privado) Cobertura % TOTAL PAIS
2.029.712 78.553 3,9
648.071 261.498 40,4
659.869 460.653 69,8
676.130 617.709 91,4
4.794.340 4.741.255 98,9 CIUDAD DE BUENOS AIRES
102.190 14.243 13,9
31.572 23.944 75,8
31.876 29.008 91
32.338 31.280 96,7
214.422 212.647 99,2
Las diferencias en las matrículas se ven acentuadas para los niños y niñas de menor edad. Para el total del país, la cobertura educativa de los niños de 3 años apenas alcanza al 40% mientras que para la CABA es notablemente mayor, pero igualmente alarmante al estar por fuera del sistema alrededor de un 25% de los niños y niñas de esta edad. La situación se profundiza para los niños de entre 45 días y 2 años, demostrando que hay un gran porcentaje de niños y niñas de menos de 3 años que no están recibiendo cuidados por fuera de sus hogares, lo que implica que la mayor parte del cuidado de estos recae en las familias, y/o a través del mercado (contratación de trabajadoras de casas particulares).
Otra característica importante de la provisión de servicios educativos es la participación de establecimientos de gestión estatal y privada. Como se observa en la tabla 2 la matrícula escolar en primera infancia crece a medida que se acerca a la edad obligatoria de escolaridad, siendo la matrícula de jardines maternales solo el 5,6% del total de la matrícula de nivel inicial, mientras que la de sala de 5 años es el 42,4% de la matrícula de nivel inicial total. No obstante, como advertíamos en párrafos anteriores, la situación es sensiblemente mejor para el caso de la CABA, en lo que respecta a matrícula de jardines maternales ya que representa casi el 15% de la matricula total del nivel inicial.
Total de Salas ambas gestiones Gestión Total del País CABA Total
Gestión Estatal 66,5% 43,7% Gestión Privada 33,4% 56,2% Ciclo Jardín maternal
Gestión Estatal 35,3% 40,5% Gestión Privada 64,6% 59,4% Jardín de infantes Sala de 3 años
Gestión Estatal 58,3% 39% Gestión Privada 41,6% 60,9% Sala de 4 años
Gestión Estatal 68,9% 45,3% Gestión Privada 31% 54,6% Sala de 5 años
Gestión Estatal 71,8% 47,2% Gestión Privada 28,1% 52,7%
Un aspecto fundamental refiere a la característica de la oferta educativa en relación a la duración de la jornada, lo que es clave toda vez que las instituciones educativas suelen ser uno de los mecanismos más habituales de conciliación entre la vida laboral y familiar (Esquivel
La tasa de asistencia escolar, sobre todo en los niños más pequeños, difiere marcadamente por estrato socio-económico. Adicionalmente, como analizamos a continuación, la evidencia muestra diferencias en el nivel de asistencia a espacios de cuidado por edad y por tipo de gestión de acuerdo a la comuna de residencia. Esto implica que, al menos en lo que respecta a servicios de atención en primera infancia y cuidados, existen patrones de segregación espacial que acompañan los procesos de estratificación por ingresos.
Con el propósito de analizar empíricamente la estratificación social asociada a los servicios de cuidado y desarrollo infantil en la Ciudad de Buenos Aires a continuación se analiza, en base a información recogida por Encuesta Anual de Hogares de la CABA (EAH) del año 2013, la correlación entre nivel de ingresos, la comuna de residencia y tipo de establecimiento al que se accede.
En primer lugar se realiza un análisis de ‘comparación de medias’ y un análisis de ‘test de diferencia de medias’ de ingresos per cápita familiares (IPCF) de las familias con niños que asisten a establecimientos de desarrollo infantil, por comuna y por diferencias entre servicios públicos y privados, para observar la relación entre los ingresos familiares y el tipo de servicio al que los niños asisten. En segundo lugar se realiza un ‘modelo Logit’ a fin de establecer la significancia estadística en la correlación entre la asistencia a establecimientos de desarrollo infantil y los ingresos familiares y ponderar la probabilidad de concurrencia a estos establecimientos según el nivel de ingreso familiar. El mismo nos muestra la probabilidad de asistencia a establecimientos de desarrollo infantil por nivel de ingresos familiares, permitiéndonos de ese modo completar el análisis estadístico y la puesta a prueba de la hipótesis.
Si analizamos la diferencia en las medias de ingresos familiares per cápita de los niños que asisten a los establecimientos de desarrollo infantil (públicos y privados) según nivel al que asisten (tabla 3), observamos que el ingreso per cápita promedio de las familias de niños en los primeros niveles educativos es significativamente mayor, evidenciando así que la posibilidad de desfamiliarizar su cuidado aumenta junto con los ingresos familiares.
Se trabajó con dos test de medias, por un lado se realizaron ‘test de diferencia de medias’, que se trata de un clásico test de hipótesis que busca comparar dos poblaciones y sus muestras para comparar el comportamiento de dichas poblaciones a través de los promedios de las mismas. Por otro lado, se trabajó con observaciones simples de medias de IPCF de las familias que enviaban a sus hijos a establecimientos de desarrollo infantil (el mismo se realizó por nivel educativo, comuna de residencia y tipo de gestión de los establecimientos) a fines de conocer el nivel de IPCF de los niños que asisten a cada nivel por tipo de establecimiento. La utilización de ambos tipos de test nos permitió robustecer la puesta a prueba de la hipótesis.
Se llevaron a cabo test de diferencia de medias de dos muestras para comparar el nivel de IPCF de las familias que envían a sus hijos a establecimientos de desarrollo infantil, en relación al nivel educativo, tomando los niveles: Jardín Maternal, Sala de 3 años, Sala de 4 años y Sala de 5 años, para niños y niñas de entre 45 días y 5 años de edad. Para lograr la comparación entre medias se realizaron seis test estadísticos (tres test de comparación de diferencias de medias de los niveles sala de 3, sala de 4 y sala de 5 con jardín maternal, dos test de comparación de diferencia de medias de los niveles sala de 4 y sala de 5 con sala de 3, y un test para comparar las diferencias de medias de IPCF de sala de 4 y 5). (Ver tabla 3).
Diferencia de Medias de IPCF por nivel de escolaridad al que asiste Media Error estándar T Sig. (test de 2 colas) Obs. Diferencia entre Jardín Maternal y …
659,23* 323,92 2,03 0,0428 285
945,49*** 299,07 3,16 0,0017 302
1.212,8*** 285,67 4,24 0,0001 356 Diferencia entre Sala de 3 y …
286,25 239,53 1,19 0,2330 311
553,57* 237,96 2,33 0,0205 365 Diferencia entre Sala de 4 y …
267,32 218,76 1,22 0,2225 382
La información que se presenta en la tabla 3 indica que la diferencia de media de IPCF de las familias que envían a sus hijos a Jardín Maternal y a Sala de 5 es estadísticamente significativa, con un valor
En relación a las diferencias de medias de IPCF de las familias cuyos hijos e hijas asisten a sala de 3 y de 4 años, la misma no es estadísticamente significativa, así como tampoco lo es la diferencia de medias de IPCF de las familias que envían a los niños a sala de 4 y 5 años. Empero, la diferencia de medias de IPCF de las familias que envían a sus hijos a sala de 3 y sala de 5 sí resulta estadísticamente significativa, con un valor
La diferencia de ingresos observada en la tabla 3 evidencia que los niños que asisten a jardín maternal en la CABA pertenecen a familias cuyo IPCF promedio es significativamente más alto que los niños que asisten a los otros niveles educativos
De estos datos se desprende también que a medida que se acerca la edad obligatoria de asistencia escolar los ingresos familiares de los niños que asisten a los establecimientos decrece. Esto podría ser explicado en parte por el impacto de la obligatoriedad escolar a partir de los 5 años que genera que, a medida que se aproxima la edad de ingreso obligatorio, entren compulsivamente al sistema educativo niños y niñas de familias de menores ingresos y a su vez, que de todos los niveles educativos del nivel inicial, la sala de 5 años es la que cuenta con mayor cantidad de establecimientos de gestión pública
La evidencia sugiere que hay una relación entre el nivel de ingresos familiares y el tipo de establecimiento al que asisten los niños; cuestión que influye sobre las opciones de las familias de resolver el cuidado de sus hijos por fuera del hogar.
Al analizar la evidencia observando las diferencias por tipo de comuna (entre comunas de ingresos altos, medios y bajos), surge que las diferencias en los ingresos familiares en relación al nivel educativo tienden a mantenerse, y que los ingresos varían ampliamente entre las comunas de mayores ingresos y de menores ingresos de la ciudad, como se observa en el gráfico 4. No obstante, encontramos algunos datos contra-intuitivos. Por ejemplo se observa que los niños de las comunas de ingresos bajos asisten más al jardín maternal que los niños de las comunas de ingresos medios. Esto puede estar explicado en parte por el sesgo generado en la interpretación de la pregunta «¿qué nivel está cursando actualmente?» de la EAH, que no distingue entre establecimientos de desarrollo infantil de tipo educativo y asistencial, y en parte por la caída del número de observaciones cuando trabajamos por nivel educativo y comuna de residencia. Sin embargo, los niños de comunas de ingresos altos y medios asisten más al resto de los niveles que los niños de las comunas consideradas pobres.
En el caso de la asistencia a Jardín Maternal de los niños de las comunas de ingresos altos, puede considerarse la posibilidad de que esta situación de menor participación en relación con la participación en salas de 3 años, sea explicada por la opción de no enviar a los niños pequeños al jardín en los primeros años de vida y resolver el cuidado de los mismos a través de contratación de niñeras o por medio de la familia (Faur, 2014; Ministerio de Desarrollo Social y UNICEF, 2012). Asimismo, la participación en Jardín Maternal de los niños de las comunas de ingresos altos es mayor que en el resto de las comunas.
En el gráfico 5 observamos la distribución de los ingresos de las familias por nivel educativo. Se advierte, como mencionamos más arriba, que el ingreso medio más elevado lo tienen las familias que envían a sus hijos al jardín maternal, seguido de la sala de 3, luego sala de 4 y, por último, la sala de 5. A su vez, también encontramos que los ingresos más elevados de cada grupo también siguen el mismo patrón.
Cuando analizamos ingresos medios por tipo de establecimiento y nivel educativo, parece sostenerse el patrón por el cual el tipo de establecimiento al que asisten los niños varía en relación a los ingresos medios de las familias, siendo menores en establecimientos públicos, mayores en establecimientos privados laicos e intermedios en privados religiosos (ver gráfico 6). A su vez, los ingresos familiares medios son mayores en las familias con niños en Jardín Maternal en todos los tipos de establecimiento, redundado en lo que señalábamos al comienzo respecto a que son los niños pertenecientes a familias con mayores ingresos las que más concurren a establecimientos de desarrollo infantil desde temprana edad (ver tabla 4).
La comuna de procedencia también limita las opciones sobre el tipo de establecimiento de desarrollo infantil, no obstante es posible que los niños concurran a establecimientos alejados de sus hogares. Por ello, para poder evidenciar la correlación entre ingreso y tipo de establecimiento debemos utilizar información a nivel de los hogares. Como muestra el gráfico 7, los ingresos familiares promedio en las familias que envían a sus niños a establecimientos privados son mayores a los de las familias que concurren a establecimientos públicos, y estos ingresos a su vez son en general mayores en las comunas de ingresos altos.
Otra distinción relevante se da entre establecimientos privados religiosos y establecimientos privados laicos. Los primeros suelen ser subvencionados por el Estado, por lo que son en general más baratos que los laicos. Por ello, la distinción entre unos y otros es relevante, sobre todo para identificar sectores medios que optan por salir del sistema público (o no consiguen bancos en este) y no tienen recursos suficientes para acceder a cualquier establecimiento privado
Nivel educativo Tipo de establecimiento IPCF promedio simple
Público 2.494,7 Privado Religioso 3.636,7 Privado Laico 4.717,7
Público 2.142,8 Privado Religioso 3.843,2 Privado Laico 4.149,2
Público 2.026,3 Privado Religioso 2.926,3 Privado Laico 3.945,7
Público 1.562,4 Privado Religioso 3.363,4 Privado Laico 4.498,9
Al realizar un test de diferencia de medias para observar las diferencias de IPCF de las familias por tipo de establecimiento educativo al que envían a los niños, observamos que la diferencia presentada en el tabla 5 se mantiene, con una significancia estadística alta (con un valor
Diferencia de Medias de IPCF por tipo de establecimiento al que asiste Tipo de establecimiento Nivel Media Error estándar T Sig. (test de 2 colas) Obs. Diferencia entre Público y …
2.756,86*** 235,09 11,72 0,0001 78
2.624,18*** 201,45 13,03 0,0001 116
2.322,08*** 148,34 15,65 0,0001 130
2.003,28*** 128,78 15,55 0,0001 183
3.599,52*** 306,01 11,76 0,0001 119
2.676,22*** 177,28 15,09 0,0001 113
2.553,20*** 193,31 13,21 0,0001 117
2.125,95*** 161,55 13,16 0,0001 169 Diferencia entre Privado Religioso y …
4.441,71*** 401,22 11,07 0,0001 79
3.972,15*** 328,57 12,08 0,0001 79
3.336,17*** 229,84 14,51 0,0001 81
3.834,5*** 299,31 12,81 0,001 84
Observamos también que las diferencias de IPCF en relación al tipo de establecimiento varían por nivel educativo, siendo en la comparación entre los tres casos mayores la diferencia de IPCF para jardín maternal que para sala de 5 años.
Con el objeto de verificar si la correlación entre la asistencia a establecimientos de desarrollo infantil y el nivel de ingresos familiares tiene significancia estadística se llevó a cabo un modelo
La variable dependiente es la
En base a la pregunta: ¿qué nivel está cursando actualmente? (variable «e6») aplicada a niños de entre 45 días y 5 años, se construyó una variable dicotómica («e6a») que marca la condición de estar o no concurriendo a un establecimiento educativo para todos estos niveles.
El modelo se controló por dos variables
Debido a que nuestra variable dependiente es categórica (asistencia a establecimiento de desarrollo infantil) y nuestra principal variable independiente (IPCF) es continua, se optó por un modelo de regresión logística que nos permitiera observar la significancia estadística de la relación entre estas variables y realizar un cálculo de probabilidades de asistencia a establecimientos en base al IPCF.
Es importante tomar en consideración una serie de aspectos en relación a la evidencia. El análisis estadístico se hizo en base a la EAH 2013 (última disponible al momento de la investigación). Debido a que el cuestionario tiene por objetivo recabar diversa información que permita obtener un panorama general de la situación socioeconómica y las condiciones de vida de las personas que viven en la ciudad de Buenos Aires, las preguntas referidas a escolaridad son escasas y si bien permitieron observar la participación de los niños a los distintos niveles de escolaridad, no permitieron identificar entre servicios de tipo educativo o asistencial –cuestión que queda sujeta a la interpretación de la persona entrevistada pudiendo generar sesgos en la información–. En esta línea, cuando se realizó el modelo
El modelo muestra que el coeficiente de la relación entre las variables «asistencia a establecimientos de desarrollo infantil» e «IPCF» es positivo, lo que indica que el aumento en el ingreso familiar aumenta la probabilidad de que los niños y niñas concurran a un establecimiento de desarrollo infantil. A su vez, este efecto es estadísticamente significativo, con un valor
Modelo Logit. Asistencia a Establecimientos de desarrollo infantil IPCF (ipcfb_2) 0,0018*** (0,001) Comuna 0,0311* (0,015) Tipo de Hogar (tipoho) 0,0159 (0,035) Sexo 0,0922 (0,120) Constante –0,736 (0,247) Pseudo R_2: 0,030 Número de observaciones: 1.154
Para calcular el efecto del ingreso sobre la probabilidad de asistir a un establecimiento de desarrollo infantil se utilizan los
Donde
Coeficientes Valores Sumaproducto
0,0001818 3.300 –0,1639043
–0,76384430 1,00
0,0001818 12.000 3,78115570
–0,76384430 1,00
El valor de para un ingreso familiar estimado de 3.300$ es de –0,1639043, por ello el cálculo de la probabilidad de concurrencia a un establecimiento de desarrollo infantil es:
Y el valor de para un ingreso familiar estimado de 12.000$ es de 1,41775570, por ello el cálculo de la probabilidad de concurrencia a un establecimiento de desarrollo infantil es:
En base al modelo se puede estimar entonces que si una familia en 2013 tenía un ingreso per cápita familiar de 3.300$ la probabilidad de que su hijo de entre 45 días y 5 años asistiera a un establecimiento de desarrollo infantil era de un 46%. Si en cambio la familia tenía un ingreso per cápita familiar de 12.000$, la probabilidad de asistencia era del 80%.
Podemos afirmar que a mayor nivel de ingresos familiares mayores son las probabilidades de asistencia a establecimientos de desarrollo infantil en la primera infancia, lo cual corrobora nuestra hipótesis principal.
En relación a las variables de control observamos que ni el tipo de hogar al que pertenecen los niños, ni el sexo de los mismos tiene efectos estadísticamente significativos en la asistencia a establecimientos de desarrollo infantil. Un aspecto ya señalado que la evidencia corrobora, es que los niños que asisten a jardines maternales provienen de familias con mayores IPCF promedio que los niños que asisten a los demás niveles (sala de 3, 4 y 5). También se observa que a medida que se acerca la edad de escolaridad obligatoria (sala de 4 y 5) la media de IPCF promedio de las familias disminuye notablemente. Esto da indicios de que los niños de menores ingresos ven retrasado su ingreso a establecimientos de desarrollo infantil, y con ello se retrasan sus oportunidades de recibir estímulos pedagógicos desde la primera infancia, lo que coadyuva a la reproducción de las desigualdades sociales.
Por último, el modelo
Cuando se observa que de los niños y niñas que asisten al nivel inicial en la Ciudad, más de la mitad lo hace en establecimientos privados, se evidencian por un lado, la falta de servicios educativos de gestión estatal para este tramo etario, y por otro lado, la desigualdad de oportunidades de acceso a estos servicios dependiendo del nivel de ingresos familiares.
El análisis estadístico en base a la asistencia de niños y niñas a los servicios de cuidado y primera infancia permite corroborar la hipótesis al demostrar que los servicios de cuidado y desarrollo infantil funcionan como mecanismos de reproducción de la estratificación social en la CABA. La evidencia fue contundente:
• Los niños que asisten a jardín maternal pertenecen a familias de ingresos más altos que los que asisten a los demás niveles, observándose que los niños de familias de menores ingresos aumentan su asistencia a medida que se acerca la edad de escolaridad obligatoria.
• Los niños de comunas más pobres asisten más a establecimientos de gestión pública mientras los niños de comunas de ingresos altos asisten más a establecimientos de gestión privada.
• En todos los grupos de comunas (comunas de ingresos altos, comunas de ingresos medios, comunas de ingresos bajos) se presenta la tendencia a que los niños de familias de mayores ingresos concurran a establecimientos privados laicos, los niños de familias de ingresos medios asistan a establecimientos privados religiosos y los niños de familias de menores ingresos asistan a establecimientos de gestión estatal.
• La relación entre la asistencia a establecimientos de desarrollo infantil y el nivel de ingresos familiares es estadísticamente significativa, lo que implica que las probabilidades de asistencia a un establecimiento de desarrollo infantil aumentan a medida que aumentan los ingresos familiares.
Todo esto da indicios de que los niños de menores ingresos ven retrasado su ingreso a establecimientos de desarrollo infantil, y con ello se retrasan sus oportunidades de recibir estímulos pedagógicos desde la primera infancia, lo que genera una brecha en las oportunidades a futuro en los mismos. Esto, concomitantemente, repercute en la capacidad de las familias de resolver el problema del cuidado de los niños pequeños lo que a su vez limita las posibilidades de las mujeres de liberar parte de su tiempo, que podría permitirles participar en el mercado de empleo –que a su vez contribuiría a mejorar las condiciones económicas de las familias de menores recursos–. Ante esta evidencia, consideramos que es necesario replantearnos la actual organización social del cuidado y con ello el diseño de los servicios que desde el Estado se proveen (y se regulan, en el caso de los ofrecidos en el mercado) que tienen por fin garantizar el desarrollo integral infantil y la desfamiliarización –aunque parcial– del cuidado de niños y niñas.
Si bien el debate a nivel regional sobre la importancia de fortalecer y expandir este tipo de políticas ha penetrado en las agendas públicas nacionales, siendo los casos más emblemáticos el uruguayo, el chileno y el costarricense (Blofield y Martínez Franzoni, 2014), en Argentina que paradojamente tiene un Estado de bienestar históricamente activo y una tradición en materia de servicios educativos públicos desde el nivel inicial, el problema del cuidado de los niños pequeños se ha incorporado tibiamente en el repertorio de la agenda pública local. Esto conlleva una serie de problemáticas no sólo en el plano familiar individual, donde las mujeres son las que realizan mayor parte de las tareas de cuidado y los niños ven afectado su desempeño escolar, sino que también en el plano social, puesto que no brindar las mismas oportunidades de base a todos los niños –tanto por problemas de acceso o por calidad de los servicios destinados a estos–, refuerza y reproduce la herencia social, cuestión que profundiza el problema de la estratificación y segmentación social a futuro. Por esto, y en consonancia con las lecciones de Esping-Andersen (2010) y Pallier (2011) en base al desarrollo del tema en los países industrializados, se considera que para lograr un reparto equitativo y viable de las cargas que pesan en nuestras sociedades es necesario redoblar los esfuerzos en materia de inversión en primera infancia.
Agradezco los valiosos comentarios y aportes de Julio Aguirre, Rubén Lo Vuolo y Julia Pérez Zorrilla, así como los de los revisores anónimos de este trabajo.
Ver al respecto: ADDABBO y DI TOMMASO, 2014; BARNETT, 2013; FELFE,
El estudio de FELFE,
El concepto de diamante de bienestar agrega al sector comunitario y no gubernamental al esquema tripartito Estado-mercado-familia. De este modo el esquema para analizar la producción de bienestar se amplia y permite incorporar a actores tales como: organizaciones comunitarias, Iglesias, ONGs, entre otros.
Las comunas son unidades administrativas en las que se divide territorialmente la Ciudad, agrupando a los Barrios Porteños.
En este gráfico las comunas 1 y 7 aparecen como comunas de ingresos bajos y medios respectivamente, esta situación distorsiona el nivel de ingresos medios de la población de estas comunas. En el caso de la comuna 1 esto se debe a la presencia de villas de emergencias en el barrio de Retiro y zonas de mayor vulnerabilidad social en la zona de Constitución, con barrios como Puerto Madero y San Nicolás (zona de microcentro y de gran actividad bancaria). En el caso de la comuna 7 esto se debe a la presencia de fábricas y zonas de mayor vulnerabilidad social.
En enero de 2015 se sancionó la Ley 27045 que modifica los artículos 16,18 y 19 de la ley 26206, y ratifica la obligatoriedad de asistencia escolar para los niños y niñas a partir de los cuatro años, asimismo establece la obligación del Estado de garantizar el acceso universal a los niños y niñas de tres años de edad. Si bien se considera que la sanción de esta ley tendrá un importante impacto en la universalización de la sala de cuatro años e implicará un avance en materia educativa, debido a su reciente sanción no será posible analizar el panorama general a la luz de esta ley para los fines de este artículo.
22,2% en comparación con sala de 3; 34,7% en comparación con sala de 4 y 48,4% en comparación con sala de 5.
Hasta el 2014 la edad de ingreso obligatorio era de 5 años.
El orden de presentación de los diagramas de cajas del gráfico 5 se debe al el modo en que fueron codificadas las variables en la EAH 2013.
El orden de presentación de los diagramas de cajas del gráfico 6 se debe al el modo en que fueron codificadas las variables en la EAH 2013.
Esta apreciación debe ser completada con estudios que analicen en qué medida la religiosidad de las familias es un importante factor que influye en la preferencia entre colegios religiosos-subvencionados y colegios laicos (públicos o privados); lamentablemente no contamos con datos para poder ponderar esta cuestión.
Las variables de control posibles a utilizar para este estudio se encuentran condicionadas a las variables incorporadas en la EAH. Por ello, en base a la información disponible se procuró utilizar las variables más relevantes en términos teóricos.